Contundente comienzo
Queridísimo padre:
Últimamente me has preguntado por qué
afirmaba yo
tenerte temor. Como de costumbre, no supe qué contestarte, en
parte por el miedo
que tengo ante ti, en parte porque para razonar este
miedo son necesarias muchas
particularidades, como para poder mantenerlas
unidas en una conversación. Y si
intento aquí contestarte por escrito será
de todas maneras de una forma muy
incompleta, porque también al escribir me
obstaculiza el miedo ante ti y sus
consecuencias, y porque el tamaño del
asunto sobrepasa con mucho mi memoria y mi
inteligencia.
Carta al Padre
Franz Kafka
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